martes, 13 de abril de 2010

Elsa Serur en la Feria del Libro de Paraná

“Diálogos con Carlos Mastronardi" de Elsa Serur de Osman fue presentado por los escritores Laura Erpen y Luis Alberto Salvarezza, y contó con la presencia del Secretario de Extensión de la Universidad Nacional del Litoral Ing. Gustavo Menéndez, quién anunció que el libro "Diálogos con Carlos Mastronardi" sería presentado en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, Alemania.
Presentación de Laura Erpen:"Cada vez que pienso en Gualeguay una rara fuerza se me instala en el corazón. No sé qué cúmulo de sensaciones hace que me sienta distinta.
Me digo, ¿es el sur de la provincia, sugestivo y misterioso?, ¿es quizás el recuerdo de otros tiempos vividos por esos espacios iluminados con una luz única?, ¿es la provincia lacia que aprendí a atesorar en mis horas de caminos febriles hacia las arenas pequeñitas del Ibicuy?, ¿es la diferencia con esa otra provincia crespa del norte, de las barrancas, del este pintado de naranjos? …
No sé, hay algo raro, distinto, único e intransferible en esas tierras del Gualeguay.
Siempre me ha conmovido reconocer tantos talentos reunidos por esos lados, tantas voces esenciales surgiendo desde ese territorio, tantas altas voces que allí vieron por primera vez la luz.
Y ahí voy a quedarme: en la primera luz que uno ve al nacer.
La mía fue de calle Corrientes y Abasto, y fue una luz urbana, nerviosa, luz de tango, fragante de mercados, conventillos y con sabor a Gardel. A esa luz la llevo hoy, metida en mis pupilas y a través de esa luz enfoco la vida. Es un misterio, pero ella sigue resistiendo, a pesar de la lejanía.
Creo que la primera luz de la infancia, nos marca para siempre, y quizás por eso me atraiga el espacio de las megaciudades, ruidoso, duro de cemento, pleno de dinámicas, contenedor de gentes que van y vienen, vibrantes y hasta crispadas. Como el de Paraná, por ejemplo.
Con esa luz repiqueteando en el alma, he recorrido la provincia. Y ha sido esa luz la que me ha permitido ver el escenario de la tierra “en aguas levantada”, como decía Alvarez, con ojos extranjeros, abiertos al asombro, anhelantes de descubrir el rasgo distinto, el indicio especial, el toque único.
Paradojas de la intuición, en cada día que pasa y en cada viaje que hago, logro descubrir la belleza de estos sitios con una profundidad que crece, y me desliza desde la ciudad y su perfil poderoso hacia el silencio interior, en donde me recojo y me reencuentro.
Confieso que me he vuelto contemplativa, lo que, - a mi edad… - no sé si será grave o sabio…Las mis dudas tengo…
Por momentos, disfrutando de las doradas hojas que nos regaló otoño, he sentido que me atravesaba su dorado, y he recalado en la idea de que me estaba volviendo “juaneliana”…cosa que, debo advertir, no dejó de sorprenderme…
He pasado horas de espaldas a la casa de Juanele en las barrancas de Paraná, mirando ese río intenso y abismal, tratando de acercarme a su pupila translúcida y llena de sugestión. Ha sido un buen ejercicio, pero debo admitir que descubrí que no es su voz quien me acompaña en mis viajes.
Mastronardi es el que se instala en mí, quien va en mí, constante y delicado, cada vez que contemplo los vastos espacios provincianos y me alumbran su cadencia suave, su decir manso, su contenido afecto lanzado con sutileza y resguardo, casi como con timidez.
Yo viajo con su poema fundacional como telón de fondo, como sostén de la mirada y acepto el reinado de esa antigua luz…
Es inevitable recordar cada estrofa cuando uno anda trajinando la tierra y sus gentes…El campo sabe a la gloria de sus admirables alejandrinos.
Quizás el proceso que vivo, sea justamente el inverso al que vivió el poeta, que mientras trajinaba las calles de mi ciudad porteña reinventó esta luz de provincia, incomparable.
Ahora, Elsa, que vive y siente y aspira todos los días la luminosidad en ese espectacular lote de río poderoso, calles cansinas, ritmo lánguido, nos convida a asomarnos a los diálogos que sostuvo con aquel que nosotros admiramos y fue su amigo, y a la lectura de sus creencias y de sus cartas…
Conversar con poetas, es cosa jugosa y adivino ese sesgo pleno que alcanzaron, por eso sé que leerlo nos enriquece íntimamente.
Surgen en mí las hipótesis lectoras, extrañadas y curiosas frente a la novedad que han de ser las de todos quienes aún no conocen el libro: ¿cómo serán las cartas de Mastronardi?
¿Qué encontraremos en su costado privado, qué nuevas delicadezas surgirán de su decir medido? ¿O es que habrá fuego en sus palabras? ¿A quiénes pudo y qué cosas pudo decir?
Penetrar en lo profundo del sentimiento de un hombre, en su parte privadísima, es delicada cuestión. Dar a conocer esas confesiones a punta de alma, quizás en lo alto de la noche, a solas consigo mismo, debe de tener una hondura poco común, en estos tiempos dados a los entreveros mediáticos y a la ridiculez de los desafíos y bravuconadas sin ton ni son, y a las quejas por micrófono y en cámara… ¡Se nos ha soltado tanto la palabra vacía y altisonante! ¡Hay tanto murmullo inútil! ¡El bochinche es tan ensordecedor! …
Por eso creo que para Elsa, la tarea debe de haber tenido algo de ritual, mucho de homenaje y un franco cariño como cobertura de la investigación literaria.
De pronto, estas cartas… Y este nuevo libro de Elsa, que hoy abandona sus personajes simpáticos, o sus brujos rozadores de misterios, o sus cuentos de niños, o sus casitas de arenas terribles, o sus decires simples y pintones, o su desparpajo de reírse mientras escribe historias – (sin disimularlo) - , para lanzarse a algo más profundo y hondo, nada menos que a bucear sobre el pensamiento de su amigo querido, su compañero de tertulias, su hermano de letras.
Me imagino a los tres, con Eise, obviamente, sumergidos en el silencio puro de Gualeguay, discutiendo sobre literatura o filosofía o en aquellas largas y jugosas noches del Tortoni, con su intimidad de café porteño… y mido qué tremendo regalo que les hizo la vida a los dos…
Yo sólo puedo rememorar Luz de provincia, Eise y Elsa lo pudieron disfrutar a Mastronardi. Y a tal punto, que les legó lo más íntimo y rico de su palabra, sabedor de que ellos lo cuidarían como tesoro.
Yo sólo puedo imaginarme un hombre cauto y sencillo, contenido y casi melancólico…Ellos pudieron gozar de su decir, de sus risas y de sus ironías oportunas. Y digo ironías, porque en toda reunión de escritores, ese costado asoma, inevitable, se presta al juego puro, genera comentarios sabrosos…
Yo sólo puedo hablar del enigma de Gualeguay, ellos pudieron construirlo acompañados por Juanele, Emma, Tuky, Derlis, y tantos otros, con tantos nombres que encierro con el rótulo de hermanos de sueños, porque no alcanza el tiempo para nombrar a cada uno… tantos son…
Yo sólo puedo quedarme suspendida, pensando en lo que dice el libro. Ella lo habrá dispuesto prolija y a conciencia, lo habrá armado con infinito amor pero con experticia. Tantos años publicando, le han dado oficio en el caso y justeza en la urdimbre.
Yo sólo puedo estar así, acompañando, a quienes siempre me han invitado a estar, a quienes siempre me han reconocido y me han dado ternura, alegría, confianza, generosa compañía.
Quizás por eso es que vengo y estoy, porque cada tanto, necesito de esta luz de provincia querendona y amigable, para enfrentar la luz absurda y alocada que nos toca en el día a día y que nos inunda de sinrazón y de temores.
Estar en Paraná asistiendo una vez más a la presentación de un libro de Elsa, y junto a Eise y a todos Uds., me da ese no sé qué imprescindible para seguir, en el tiempo que queda, arropada, abrigada espiritualmente.
Mañana no deberé esperar al cartero de mi niñez, ni deberé abrir el correo electrónico, ni deberé googlear, ni deberé esperar un mensajito de texto, ni deberé marcar el teléfono. Simplemente, con abrir este libro, escucharé la voz de un amado poeta respondiendo a las preguntas y planteos de una querida amiga… y todo estará consumado.
Los que hoy se lleven el libro, pasarán por lo mismo.
Inevitablemente, el día, será una fiesta. Que de eso se trata la literatura, de festejar la vida, como sea y de la manera más plena.
Gracias, Elsa, por estar y ser como sos, y por reunirnos, siempre, cada tanto, en estos memorables encuentros…
Gracias por tu nuevo libro, y por este testimonio de mujer que no se entrega, que insiste y que persiste en empoderarse en un medio difícil para nosotras, haciéndolo con ese encanto que irradiás alegremente.
Te acompaño a dejar en Paraná tu libro y me voy con las “frecuencias de mi pecho”, como una “larga dulzura creada para entender la dicha, “que es “durable rosa, quieto fervor”, sintiendo que en el encuentro con tu hermano de sueños y sus misterios “mi persona se aclara”.
Sé que la dicha no se parece a la ausencia, porque ahora dejarás en esta amada ciudad de barrancas, una nueva forma para conocer y saber qué sucedía en el alma del hombre que “una vez pasaba silbando entre arboledas.”"
Laura Erpen

"El beduino errante” de Eise Osman fue presentado por los escritores Graciela Pacher Barbará y Miguel Ángel Federik.

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